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Bronce amarillo.
Céfiro, dios del viento, un día cayó enamorado de una hermosa ninfa, Cloris, que fue secuestrada por este. Céfiro, para intentar corregir su violencia, le nombró esposa y decidió premiar a la ninfa convirtiéndola en la señora de todas las flores, dotándola de una primavera eterna. El dios le arrebató su nombre y adoptó uno nuevo: Flora.
Céfiro mismo fue quien llenó todo de infinidad de flores y le otorgó el poder sobre ellas a la ninfa, sentenciando: ‘el poder de la flor ten tú, diosa’.
Cuando ella habla, exhala de su boca vernales rosas. Su belleza era tal, que las flores imitaban su hermosura con sus pétalos y su aliento divino a través de sus fragancias.
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Debido a su elaboración artesanal y a medida, la producción puede tardar hasta 15 días.
